MISTICAMENTE DULCE, PERO LETAL

MISTICAMENTE DULCE, PERO LETAL



Ya no verás mi mano tibia
escribir bajo la sombra turbia de cualquier tímido ocaso
Ni declararte mil amores secretos cuando anochece
con las atenuadas luces y sus despabiladas caricias...

...La pena que ahora soy, está derramándose, toda,
mientras lánguidamente entona
un aria mística y clandestina,
por entre la mudez epitelial
de los célibes dedos

Nunca jamás sembrarás, ciertamente, de nuevo,
bajo mi luz floreciente, despreciada y ya marchita,
las frutas y cosechas, de enamoradoras mieles,
que al adivinarte impaciente, obligadas y furtivas,
no recolectaste de mí, aquel indeterminado día,
en el desencantado pais de tu nunca jamás

No cultivarás,
simiente alguna de dulce y sigilosa caricia,
frente a la siega indiscriminada y hostil
de tu yermo y clausurante barbecho
No me encontrarás conjugando del amar el verbo
soliviantada, alicaída y plañendo,
amagándome soliloquialmente abstraída,
en el recipiente maternal y silo
más distanciado a tu lecho

No resucitarás,
la bella y desangelada sonrisa,
que lloraba desconsolada su inarmónica agonía,
para alimentar tu blanqueado y desorillado pañuelo

Ay de la tierra yerma por donde ahora pisas
y por donde antes no lamentaste pisar
los funerales albos de mis resucitados deseos
Ay de aquel desencantado dormido beso
que fue despertado, y jamás atendido,
por tus muchas y prematuras insensateces
contra aquella angelical y mesiánica niña

Disolverás con dolor, como principal ingrediente,
las suaves y condolientes neblinas
que la atraparon obnubilada, condescendiente,
opalina
mientras las fertilidades de su mágica y divina fuente,
prístinamente y a solas, la adormecían

Serán estos soliloquios,
circunstancias verbales de algún que otro tiempo,
quienes te aventuren con su letárgico y simbólico silencio,
devenires y anuncios de itinerarios placebos,
inseminados como futuro definitivo y fatal

Antaño, imperceptible y aún desconocida,
sin pertenecerle a tu presente, todavía,
con sólo insinuar la posible existencia,
en la frágil intimidad de tu cobardía ,
fue torturando lo más sagrado de tu inconsciencia,
cuando, físicamente, sin existir, ya te dolía...



Rosa Iglesias